En nuestra fábula del practicante ya dimos algunos detalles de las vicisitudes de serlo, más aún cuando muchas empresas se nutren de esta figura para sacarse de encima buena parte del trabajo. Por norma general, el practicante se ha convertido en esa persona que trabaja lo mismo que un empleado pero cobrando una miseria… y eso cuando cobra. Sin embargo, ¿quién es capaz de renunciar a experiencia laboral en el campo soñado cuando se carece totalmente de ella? Con un currículum vitae en blanco, o lleno de empleos que nada tienen que ver con nuestros estudios, realizar prácticas profesionales es el único modo de llenar espacios vacíos y aumentar las probabilidades de conseguir un empleo para estudiantes una vez licenciados.
Y para convertirnos en practicantes, tenemos dos vías. La primera es aprovechar las prácticas empresariales curriculares de nuestra titulación, disponibles para la mayoría de carreras. Se convalidan como una asignatura más y suelen ser puerta de entrada a las empresas más prestigiosas del sector. También acostumbran a ser puerta de salida pasado el periodo estipulado, pero causar buena impresión hará que nos tengan en cuenta en el futuro. La segunda vía, alternativa o complementaria a esta, son las becas universitarias que se consiguen a través de las bolsas de empleo universitarias. Y a éstas les dedicaremos hoy algunas líneas.
Todas las universidades disponen de bolsas de empleo dirigidas tanto a estudiantes como a recién licenciados. Mientras a los primeros se les ofrece la oportunidad de realizar prácticas profesionales en empresas, a los segundos se les ofrece una primera incursión en el sector. Sea como sea, el proceso de selección es similar al de una contratación al uso. Los candidatos se apuntan a las ofertas y la empresa selecciona a aquellos que más se adaptan al perfil demandado. Si las dos partes están conformes, se firma un convenio de, por lo general, cuatro o seis meses prorrogables.
Apuntarse a estas bolsas de empleo para estudiantes es tan fácil como acceder a la web universitaria en cuestión y facilitar los datos personales y curriculum vitae. A partir de entonces el candidato empezará a recibir, normalmente vía e-mail, las ofertas que se adaptan a su perfil. Sólo tendrá que apuntarse a aquellas que le interesen y esperar que la fortuna le sonría. Como vemos, el mecanismo es parecido al de un portal de empleo convencional.
Para poder acceder a las bolsas de empleo es requisito fundamental haber superado dos cursos o el 50% de los créditos de la carrera. En el caso de estudiantes de doctorados o maestrías, pueden realizar prácticas empresariales desde el momento en que se matriculan.
Sea como sea, todo tipo de perfil acaba por encontrar su hueco en el mundo de las prácticas profesionales en empresas. Y más en una época en la cual la reducción de costes va muy buscada, y un estudiante cunde mucho y cuesta poco. Por rabia que de el concepto, sería estúpido no aprovecharlo a la espera de tiempos mejores.
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