Por ello las compañías buscan candidatos que posean aquellas características, comportamientos, habilidades y actitudes que se adecúen a sus valores organizacionales, para lograr que puedan identificarse con su cultura organizacional y de esta forma vincularlos a su plantel laboral otorgándoles un trabajo temporal o de forma definitiva.
Las características más buscadas en los aspirantes se basan en competencias relacionadas con la acción. Una de ellas es la iniciativa que se refiere a actuar de manera proactiva, con empuje hacia el alcance de resultados y de manera entusiasta. Además, es muy importante que se tenga la capacidad para resolver problemas (identificar un problema y encontrar las soluciones más adecuadas para su resolución) y en este sentido ofrecer soluciones innovadoras y/o creativas. Dentro de este punto es importante la capacidad de la persona para tomar decisiones, es decir, ser capaz de recopilar y seleccionar información para poder realizar una adecuada elección.
Otra característica que valoran las organizaciones es la actitud de servicio que tenga el aspirante, lo que se refiere a tener la disposición para satisfacer las necesidades de los clientes tanto internos como externos. Este servicio está ligado a poseer una orientación a resultados u objetivos, estableciendo acciones para logra las metas esperadas. Es importante que dichas acciones se realicen con calidad (excelencia) así como con eficiencia (lograr los objetivos planteados con base en los recursos o herramientas disponibles).
Muchas de estas organizaciones buscan personas que sean capaces para trabajar en equipo. En la actualidad, la colaboración y la cooperación son características fundamentales debido a que una tendencia en las organizaciones actuales es la participación en equipos multifuncionales y autoadministrados para proyectos, comités, o para el logro de metas dentro de áreas o departamentos.
Otras características que las mejores empresas buscan en los aspirantes son aquellas que tienen que ver con las cuestiones personales. Es importante que en primer lugar se posea ética personal y profesional, lo que significa actuar conforme a los valores morales, buenas prácticas profesionales y respetando las políticas de la organización. En este sentido es fundamental actuar con respecto (al reconocer y valorar a uno mismo persona, así como a los demás), honestidad (comportarse con sinceridad y buscando la verdad) e integridad (actuar coherentemente y en consonancia con los valores personales y sociales). Además buscan que tengan un sentido de crecimiento y que tengan ambiciones para su desarrollo profesional.
Además de todo lo mencionado hay que tener en cuenta que la mayoría de los jóvenes no cuentan con un trabajo para estudiantes para el que están cualificados. Sin embargo, el mercado laboral no valora únicamente las cualidades personales o licenciatiuras y maestrías tanto como la experiencia en el ramo.
El 66% de las empresas cree que la experiencia es el rasgo más valioso de un candidato a un empleo, pero no es tan terrible la situación ya que las empresas consideran experiencia laboral todo tipo de trabajo dentro de una empresas, sea remunerado o no, con lo que las prácticas profesionales cuentan, y mucho, de figurar dentro del CV.
Como se mencionó al principio, cada organización posee valores propios que motivan el comportamiento de las personas para el logro de los objetivos y metas. Sin embargo es importante identificar aquellas características, actitudes y habilidades que son denominadores comunes en las organizaciones. De esta manera se logrará que cada vez se integren más profesionales que puedan encajar e identificar con la organización a la que aspiran, lo que hará que las organizaciones sean más competitivas, con un talento humano más preparado tanto en lo personal como en lo profesional.
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