La tecnología ha cambiado fundamentalmente el proceso de educación de las personas. El conocimiento ya no está reservado a quienes tienen acceso a la información reposada en bibliotecas y facultades. En la actualidad, cada persona debe jugar un rol activo en su adquisición de conocimientos sin depender de los demás. El crecimiento y desarrollo profesional así como la actualización permanente de sus capacidades son el resultado de la decisión de cada individuo de mantenerse vigente y competitivo. Hoy más que nunca el término “autodidacta” ha cobrado validez y los educadores tienen que enfrentar a una comunidad de alumnos más exigente y autónoma.
Internet tiene la habilidad de nivelar el campo de oportunidades para todos. Ya sea que se trate de un alumno de secundaria buscando la respuesta a un problema de geometría o de su padre atendiendo las exigencias de una maestría en línea, las posibilidades son ilimitadas y la oferta es cada vez más extensa. A medida que las posibilidades de conexión mejoran y la tecnología de administración y creación de cursos se hace más accesible, la demanda de servicios de educación virtual seguirá creciendo exponencialmente.
El primer público natural para los programas de educación virtual es aquel que ya se encuentra vinculado a las empresas y necesita terminar sus estudios de pregrado o mejorar su competitividad laboral con estudios de posgrado (maestrías a distancia, diplomados virtuales, etc.). Tecnológicamente preparado y conectado, este grupo no tiene ningún inconveniente en estudiar a través de Internet, ya que sus exigencias laborales o su situación geográfica hacen imposible que puedan asistir regularmente a un centro educativo.
Sin embargo, existen muchos grupos de personas que están listos para decidirse por la opción de la educación virtual:
- Madres de familia que no desean desactualizarse profesionalmente mientras atienden los primeros años de sus hijos.
- Personas con limitaciones físicas que les impiden presentarse diariamente a una institución educativa.
- Exalumnos en el exterior que desean terminar o continuar sus estudios en su facultad.
- Miembros de las fuerzas armadas o de comunidades religiosas asignados a localidades remotas.
- Empresarios retirados, profesionales jubilados o personas de edad que no se encuentran cómodos en el ambiente juvenil de un campus universitario.
- Servidores públicos que por lejanía o por seguridad no pueden desplazarse fácilmente a una universidad.
- Jóvenes bachilleres de poblaciones pequeñas que no tienen los recursos económicos para viajar a la capital de su departamento o no pueden abandonar su municipio.
Los niveles de sofisticación de los cursos virtuales pueden variar, pero generalmente incluyen contenidos básicos (textos y gráficos), ejercicios de autoevaluación, exámenes, tareas de investigación, temas de discusión y trabajos en grupo.
Muchos cursos van más allá y aprovechan el hecho de que el alumno está frente a un computador para incluir gráficos animados (“Así funciona un reactor nuclear...”); simulaciones interactivas (“Observe la trayectoria de su proyectil con la inclinación y velocidad dadas...”) fragmentos de audio, (“Escuche la forma en que se pronuncia esta frase...”) o de video (“...de esta forma aprovechamos la luz ambiental...”).
Sin embargo, cuando se intenta diseñar una experiencia educativa es claro que las más exitosas son aquellas que se basan en crear una comunidad. Reunida la comunidad, ésta se verá enfrentada a diversos contenidos preestablecidos o espontáneos que al final generarán conocimientos en cada uno de los participantes.
Dentro de las razones que se mencionan para considerar la educación virtual, como una alternativa seria y presente, están la reducción de costos, el acceso de nuevos públicos a la tecnología y el mayor compromiso de todos los participantes en el proceso educativo.
Varios elementos se destacan en este nuevo esquema de aprendizaje:
Exploración – El uso de Internet, o más precisamente la “World Wide Web”, como una herramienta de exploración le abre al profesor y al estudiante las puertas de una fuente inagotable de información y recursos.
Experiencia – El estudiante virtual se ve involucrado en una nueva experiencia social y de aprendizaje que puede incluir comunicaciones directas con su profesor, discusiones con sus compañeros de curso o estudio individual de contenidos a su propio ritmo.
Compromiso – Los cursos online ofrecen una oportunidad única al estudiante de compartir experiencias con otros, lo que refuerza el sentido de colaboración y de comunidad. Además el estudiante recibe el control de su tiempo y sus recursos y puede escoger el mejor camino de aprendizaje de acuerdo con sus preferencias y capacidades.
Flexibilidad – Desde cualquier lugar y a cualquier hora, los estudiantes pueden tener acceso a sus cursos a distancia. Se estima que aproximadamente 80% de las empresas ya tienen solucionado su acceso a Internet, por lo que los obstáculos técnicos de acceso de los estudiantes que trabajan ya están superados.
Actualidad – Los profesores tienen la oportunidad de actualizar sus materiales y temas de discusión instantáneamente lo que hace que los cursos se mantengan frescos y consistentes con la actualidad.
Personalización – Aunque parezca contradictorio, la educación virtual sí permite un contacto personal entre el profesor y el alumno. El intercambio de mensajes escritos y la posibilidad de seguimiento detallado del progreso proporciona al profesor un conocimiento del alumno muchas veces mayor que en cursos presenciales.
La pieza básica de la educación virtual, al igual que en la educación presencial, es el aula virtual. ¿En qué consiste? Se trata de un sitio de reunión. Así de simple.
Privada, temporal, con un objetivo específico (o sin ningún motivo particular), el profesor y los estudiantes deciden lo que quieren hacer dentro de ella. Cada curso es un evento único y así como puede haber elementos y materiales predeterminados.
Las aulas virtuales, al igual que en el ambiente real, son lugares independientes con contenidos propios y participantes únicos. Cada una es un mundo aparte capaz de reflejar el estilo propio de cada profesor y la dinámica del grupo de alumnos que comparten dicha aula en un periodo de tiempo determinado.
El profesor cuenta con herramientas de trabajo simples pero poderosas durante el diseño de su curso virtual. Por ejemplo, puede conducir al estudiante:
- a examinar un elemento de contenido dentro del curso (archivos de texto, imágenes, videos o audios que el profesor ha incorporado al curso)
- a visitar una dirección en la Web (un enlace externo al curso)
- a participar con su opinión en un foro de discusión y examinar los aportes de los demás alumnos
- a contestar una serie de preguntas sobre el tema y comprobar su comprensión.
Toda la información que el profesor agregue al curso se mantiene en su aula virtual. Es equivalente a pensar en un salón de clase en el que la noche anterior el profesor escribe en el tablero su lección, deja en cada pupitre un documento para que lo analicen los alumnos, inicia un tema de discusión en la cartelera y prepara un cuestionario para que lo contesten.
Al día siguiente los alumnos ingresan al salón de clase. Cada uno tiene una clave personal que le permite el acceso y puede entrar a cualquier hora. Uno por uno van realizando lo que les indicó el profesor y luego se van. Si coinciden varios en el salón de clase pueden iniciar una charla y compartir sus puntos de vista. Si el profesor está presente en ese momento, puede contestar las preguntas de los alumnos inmediatamente. Si no es así, las preguntas quedan en el buzón del profesor hasta que éste las resuelva.
Profesores y alumnos cuentan con buzones de correo electrónico personales para el intercambio de mensajes permanentemente. Cada vez que el profesor regresa a su aula encuentra las actividades desarrolladas por los alumnos y prepara el trabajo de la siguiente sesión.
Existen además otras herramientas como un glosario de términos que puede ser enriquecido en forma dinámica a medida que el curso va madurando. También los alumnos pueden crear páginas de información personal que les permiten presentarse ante los demás y al profesor.
Como es natural, el profesor puede elegir usar una o todas las herramientas disponibles, de acuerdo con su estilo pedagógico personal. El profesor es el que controla la tecnología y no el que debe subordinarse a ella .
Las herramientas tecnológicas están ahí para ser el soporte de la educación, pero depende de cada uno la organización de su programa, el diseño y el estilo personal que quiera ponerle.
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